lunes, 26 de febrero de 2007

Emocionante final para México y Costa Rica

Minuto 10 de la segunda parte. La selección mexicana saca de banda cerca de la portería rival. El balón, tras tocar un compañero, llega a los pies de Carlos Vela. El delantero azteca se escabulle de su defensor, dribla a otro y encara al guardameta de Costa Rica. Chuta y cae al suelo. No ve lo que ha pasado. La grada, con mayoría de seguidores de México, tiene el corazón en un puño. Vela no oye ningún grito, nadie celebra el gol. A ras de hierba descubre una figura a su lado. Es Alfonso Quesada, arquero de Costa Rica, quién tiene la pelota en sus manos. Esta es la enésima ocasión de pierden los jugadores de la tricolor y ya empiezan a desesperarse pensando que Quesada es un muro que no van a poder rebasar nunca. Pero en el fútbol, como en la vida, a veces los finales no son como se preveían.

Los costarricenses habían planteado un partido a la defensiva. Era el último encuentro de la fase de clasificación para el Mundial juvenil, que se celebra este verano en Canadá. Los dos equipos llegaban empatados a puntos al frente de la tabla y la victoria era más una cuestión de orgullo que una necesidad imperiosa. Pero los ticos querían vengar su derrota en el pasado Mundial sub-17 de Perú. Es por eso que salieron dispuestos a marcar las diferencias rápido. Y lo consiguieron con un espectacular gol del delantero Jean Carlos Solórzano, máximo artillero del torneo, que materializó una de las tres ocasiones que tuvo su equipo en todo el encuentro.

El guión del partido se ceñía a lo que había planteado el seleccionador de Costa Rica. México estaba por debajo en el marcador y sus ataques se estrellaban una y otra vez contra la barrera defensiva costarricense, en la que destacaba un inmenso Quesada. Los mexicanos, que jugaban sin 7 de sus teóricos titulares, tenían el control absoluto porqué los ticos les cedían casi todo el campo. Pero este dominio no se traducía en goles.

Los jóvenes aztecas veían la portería contraria cada vez más pequeña y, en cambio, la figura de Alfonso Quesada era cada vez más grande. Hasta que llegó el momento fatídico. Faltaban 20 minutos para el final del encuentro cuando Enrique Esqueda, que había entrado momentos antes substituyendo al abatido Vela, recogió una pelota cerca del área pequeña, de espaldas al marco contrario. Se revolvió rápido y su disparo lo desvió un defensa, descolocando al guardameta. Esta era la única forma de batir al arquero costarricense.

La dinámica no cambió de aquí hasta el final, aunque el marcador ya no se movió porqué prácticamente no hubo más ocasiones. México crontrolaba el esférico pero se quedó con 10 jugadores cuando el árbitro considero que Víctor González había simulado un penal. Por su parte, los ticos dispusieron de una última ocasión que desbarató el portero de la tricolor. Reparto final de puntos y las dos selecciones pensando ya en jugar la revancha este verano en Canadá.

Un último apunte para la selección de San Cristóbal y Nieves, auténtica campeona moral del torneo. El combinado de la pequeña isla caribeña no consiguió el billete para el Mundial juvenil pero, aún así, les puso las cosas muy difíciles a los otros tres equipos. México le ganó 2 a 0 pero el segundo tanto no lo consiguió hasta el minuto 86. Ante Costa Rica, los caribeños también salieron derrotados por 3 a 2 pero fueron por delante en el marcador durante casi toda la primera parte. En su último encuentro, consiguió un meritorio empate ante Jamaica lo que le garantizó el tercer puesto del grupo por diferencia de goles.

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