Resulta paradójico que la semana en que la maquinaria de la Champions League se vuelve a poner en marcha con todas sus luces de neón, su glamour y su magnificencia coincida con la celebración de otra competición futbolística de formato más reducido y arcaico: el Royal Shrovetide Football. Este partido, si se le pude llamar así, se diputa en el pueblo de Ashbourne, en el condado inglés de Derbyshire, al norte de Inglaterra, cada martes de Carnaval des de tiempos inmemoriales.
Pocas horas antes que los jugadores de Real Madrid, Bayern de Munich, Manchester United o Milán se enfundaran sus camisetas para jugar sus compromisos europeos en maravillosos estadios, una multitud repartida en dos grupos se agolpaba en el centro de Ashbourne para dilucidar que bando saldría vencedor en esta ocasión. A la derecha, los que nacieron al sur del río Henmore. A la izquierda, los que lo hicieron al norte. Todos ellos esperan que sean las dos del mediodía para que les lancen una pesada y voluminosa pelota de piel y corcho, dando comienzo al tradicional juego.
Las reglas son claras: no existen. Los límites del terreno de juego están un poco más definidos: tres millas separan las porterías (dos ruedas de molino incrustadas en el centro de unos muros de piedra y situadas a orillas del río) y no se puede pisar ni el cementerio ni los parques antiguos. El vencedor será aquél que logre golpear con el balón tres veces en la propia rueda (no en campo contrario, como en la actualidad). Pero la empresa no es sencilla. Cada grupo forma una melée difícil de traspasar, con lo que, el balón, puede estar mucho tiempo sin moverse de un espacio de 20 metros cuadrados. Además, si uno de los bandos consigue anotar un tanto antes de las cinco de la tarde, el juego se reinicia, alargándose hasta las 10 de la noche. Pero, si nadie lo consigue, el encuentro vuelve a empezar el miércoles. Para que luego digan que los partidos son largos y pueden llegar a aburrir.
El Royal Shrovetide Football se jugó en las Islas Británicas entre los siglos XI y XVIII, cuando el fútbol pasó a desarrollarse en las Universidades. Desciende directamente del Soule, un juego de origen celta que se practicaba en Gran Bretaña y Francia des de antes de la ocupación romana y hasta el siglo X. Este juego empezaba una vez el druida había bendecido el “soule”, el balón con el que se disputaba la contienda. Se reunía la comunidad y se hacía sonar un cuerno para señalar que se estaba desafiando al pueblo vecino. Para ganar, los jugadores debían golpear la pelota contra una tabla de madera colocada en un árbol situado en la aldea rival. Se iniciaba una dura pelea por el esférico con multitud de placajes y peleas a través de las praderas y los boques que difícilmente terminaba bien.
En fin, que jugar al fútbol nunca ha sido más fácil que ahora, aunque nos parezca que entre tanta táctica defensiva, tanto juego de presión y tanta falta para cortar el juego del rival es imposible llegar a meter la pelota en el gran espacio que queda entro los tres palos de la portería. Para que luego digan. Una cosa hay en común entre el juego actual y su ancestro, asesinar está terminantemente prohibido. Tampoco está permitido llevar el esférico en un vehículo.
Pocas horas antes que los jugadores de Real Madrid, Bayern de Munich, Manchester United o Milán se enfundaran sus camisetas para jugar sus compromisos europeos en maravillosos estadios, una multitud repartida en dos grupos se agolpaba en el centro de Ashbourne para dilucidar que bando saldría vencedor en esta ocasión. A la derecha, los que nacieron al sur del río Henmore. A la izquierda, los que lo hicieron al norte. Todos ellos esperan que sean las dos del mediodía para que les lancen una pesada y voluminosa pelota de piel y corcho, dando comienzo al tradicional juego.
Las reglas son claras: no existen. Los límites del terreno de juego están un poco más definidos: tres millas separan las porterías (dos ruedas de molino incrustadas en el centro de unos muros de piedra y situadas a orillas del río) y no se puede pisar ni el cementerio ni los parques antiguos. El vencedor será aquél que logre golpear con el balón tres veces en la propia rueda (no en campo contrario, como en la actualidad). Pero la empresa no es sencilla. Cada grupo forma una melée difícil de traspasar, con lo que, el balón, puede estar mucho tiempo sin moverse de un espacio de 20 metros cuadrados. Además, si uno de los bandos consigue anotar un tanto antes de las cinco de la tarde, el juego se reinicia, alargándose hasta las 10 de la noche. Pero, si nadie lo consigue, el encuentro vuelve a empezar el miércoles. Para que luego digan que los partidos son largos y pueden llegar a aburrir.
El Royal Shrovetide Football se jugó en las Islas Británicas entre los siglos XI y XVIII, cuando el fútbol pasó a desarrollarse en las Universidades. Desciende directamente del Soule, un juego de origen celta que se practicaba en Gran Bretaña y Francia des de antes de la ocupación romana y hasta el siglo X. Este juego empezaba una vez el druida había bendecido el “soule”, el balón con el que se disputaba la contienda. Se reunía la comunidad y se hacía sonar un cuerno para señalar que se estaba desafiando al pueblo vecino. Para ganar, los jugadores debían golpear la pelota contra una tabla de madera colocada en un árbol situado en la aldea rival. Se iniciaba una dura pelea por el esférico con multitud de placajes y peleas a través de las praderas y los boques que difícilmente terminaba bien.
En fin, que jugar al fútbol nunca ha sido más fácil que ahora, aunque nos parezca que entre tanta táctica defensiva, tanto juego de presión y tanta falta para cortar el juego del rival es imposible llegar a meter la pelota en el gran espacio que queda entro los tres palos de la portería. Para que luego digan. Una cosa hay en común entre el juego actual y su ancestro, asesinar está terminantemente prohibido. Tampoco está permitido llevar el esférico en un vehículo.
1 comentario:
Impresionante documento histórico. Hubiera sido bonito ver un reportaje de ese evento en la tv, y no dedicarle 3/4 partes de la sección de noticias si tal o cual jugador raja contra el entrenador, o que si ha patrocinado una nueva fragancia o ha probado un nuevo juego para alguna prestigiosa marca de videojuegos.
:)
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