domingo, 29 de junio de 2008

Solidaridad defensiva

Luis Aragonés ha conjuntado a un equipo que ha ido adquiriendo los automatismos necesarios para superar con claridad a sus rivales


La defensa de España está que se sale. No es sólo que Puyol, Marchena, Capdevila o Sergio Ramos (recuperado para la causa) jueguen a un gran nivel. La virtud de la selección es que ha adquirido unos automatismos, unas sociedades entre jugadores, que permiten al equipo demostrar una gran solidez. La solidaridad táctica prima en el conjunto de Luis Aragonés, a quien no se le puede negar el mérito de haber confeccionado una plantilla muy unida.

Los centrocampistas tienen claro que entre sus funciones principales también está la de ayudar defensivamente. A Senna se le supone por la posición de mediocentro defensivo que ocupa sobre el terreno de juego. Pero jugadores más creativos como Xavi, Iniesta o Silva asimismo se ponen el mono de trabajo para evitar que los rivales disfruten de grandes espacios.

Este extremo se ha demostrado, sobre todo, antes de que España consiguiera el primer gol. Rusos y españoles estaban disputando un encuentro muy trabado, con una lucha de titanes en el mediocampo. Las opciones de pase para los futbolistas de la "roja" se veían dificultadas por la presión que ejercían los contrarios. Rusia, muy bien aleccionada por Guus Hiddink desde el banquillo, intentaba recuperar rápido el esférico para salir al contragolpe como un rayo y coger desprevenidos a los zagueros.

Puyol y Marchena les veían venir pero no se ponían nerviosos. Era como si los defensas de España hubieran estado toda la Eurocopa preparando este partido. Durante los partidos anteriores, la retaguardia española optaba en muchos momentos por echarse hacia atrás, más cerca de Casillas que del círculo central. Parecía entonces que los zagueros reculaban con demasiada facilidad y que esto dejaba mucho terreno libre para los atacantes rivales. Pero, ante Rusia, esta táctica se demostró acertada.

Pavlyuchenko y Arshavin eran dos islas en medio de un inmenso mar de camisetas amarillas (el color de España, que ejercía de visitante) y aun peor, no les podían buscar la espalda a los defensores con facilidad, lo que dificultaba sus explosivas arrancadas que tanto éxito tuvieron contra Holanda en cuartos.

Al final del partido, las dos estrellas rusas se habían convertido en materia oscura. No es que se olvidaran de jugar, sino que su bajo rendimiento se fraguó con los mecanismos antes mencionados: mucha posesión de balón por parte de España, un centro del campo concentrado en evitar los contragolpes y una defensa metida al borde del área.

Cuando Xavi marcó el primer tanto de la semifinal, todo cambió. Los rusos se vieron obligados a buscar el empate y intentaron un juego más vertical. Aragonés vio claro que era el momento de apostar por futbolistas de diferentes características. Entraron Xabi Alonso y Dani Güiza y España empezó a buscar el contragolpe aprovechando que la retaguardia de Rusia parecía Siberia. El delantero del Mallorca caía perfectamente a las bandas, pero no se olvidó de estar presente en el área para marcar el segundo tanto.

De aquí hasta el final del partido, pasando por el tercer gol, el joven equipo de Hiddink tiró la toalla (como ya hizo tras los dos chicharros de Villa en el primer partido del torneo) y fue una marioneta a manos de España. El entrenador holandés debió ver tan claro que sus pupilos eran incapaces de cambiar el rumbo del partido que desechó incluso la posibilidad de introducir un tercer cambio.

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