martes, 17 de junio de 2008

Austria: Un bautismo prematuro

La selección anfitriona tiene jugadores experimentados en el ocaso de su carrera y jovenes sin demasiados partidos en sus piernas

Decía Pablo Coelho en su libro "El Alquimista" que es necesario ver las señales que uno se va encontrando en la vida para poder llegar a buen puerto. Austria fue designada, junto a Suiza, para organizar esta Eurocopa hace años. Estudiaron que necesidades tenían, prepararon los estadios, calibraron el impacto de los aficionados, trabajaron para que a nadie le faltase nada…pero se olvidaron de hacer un equipo de fútbol para su primera participación en la competición europea de selecciones.

Y es que, este torneo, llega en un mal momento para los jugadores austriacos. Hay una generación de futbolistas a quién la Euro'08 les ha cogido en el ocaso de sus carreras. Ivica Vastic (38 años), René Aufhauser (31) o Martin Hiden (35) ya no ofrecen el mismo rendimiento de hace unas temporadas. En cambio, es demasiado pronto para que el peso del equipo lo lleven los integrantes de la selección sub-20 que quedó semifinalista en el pasado Mundial de la categoría.

A pesar que los Prödl, Harnik o Hoffer ya forman parte de la absoluta, aun no ha llegado la hora en que puedan tener galones dentro del equipo. Son jugadores con grandes cualidades pero a quienes les falta un complemento capital en las competiciones de alto rango: la experiencia.

Suiza, el otro organizador de la Eurocopa, hace años que trabaja con un grupo de jóvenes valores que, en 2002, ganaron el Europeo sub-17. El entrenador, Jacob Kuhn, vio la oportunidad que le ofrecía ser anfitrión de este torneo y se lanzó de cabeza a formar un equipo de garantías.

En Austria, Josep Hickersberger (que accedió al cargo en 2005) se encontró falto de tiempo para seguir el ejemplo de los coorganizadores y tuvo que trabajar con lo que tenía: futbolistas de clase media que, a pesar de haber jugado más partidos, no tienen la suficiente calidad para llevar a su selección a conseguir un logro importante.

El partido ante Croacia es un claro ejemplo de esta situación. A pesar de que los balcánicos se dedicaron a verlas venir durante 85 minutos, los anfitriones no fueron capaces ni de marcar ni de crear ocasiones claras de gol. Ni Ivanschitz ni Linz ofrecieron soluciones válidas para atacar a la defensa croata. Pero, si delante no hay pólvora, en la defensa la cosa tampoco cambia mucho. Pogatetz, un central de supuesta solvencia, fue incapaz de controlar al tosco Olic e incluso podría haber sido expulsado por una dura entrada sobre su rival.

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