martes, 17 de junio de 2008

Sin el espíritu de Sindelar

Austria confiaba en recibir un empujón divino del mejor futbolísta de su historia y repetir victorias pasadas

Muchos eran los aficionados que llenaban el Estadio Ernst Happel de Viena esperaban que Mattias Sindelar, el mejor jugador austriaco de todos los tiempos, volviera del más allá para ayudar a su selección en la difícil misión de derrotar a Alemania y acceder a los cuartos de final en su primera participación en una Eurocopa. Pero "der Papierene" ("el bailarín de papel", apodo que recibía Sindelar por su aspecto frágil) no apareció y Austria sucumbió ante su rival en uno de los peores partidos de este torneo.

La confianza puesta en los jugadores entrenados por Josef Hickersberger había sido realmente poca en los dos primeros encuentros. Pero llegar al último partido de la fase de grupos con opciones de pasar a la siguiente ronda había desatado la pasión en el país alpino. La televisión llevaba días calentando el encuentro, mostrando imágenes de la única victoria oficial sobre los alemanes en los últimos 85 años, la que se produjo en Argentina durante el Mundial de 1978.

Los austriacos tenían sus esperanzas puestas en aquella máxima del fútbol que destaca que no siempre gana el mejor. Pero es necesario tener más recursos que los mostrados por los hombres de Hickesberger para llegar a los cuartos de final de una Eurocopa. Y eso que, su rival, tampoco es que esté para lanzar cohetes. Austria sabía que sus bazas pasaban por tener un bloque consistente, sin fisuras, capaz de mantener su portería a cero durante los 90 minutos y aprovechar alguna ocasión para alzarse con la victoria.

La idea inicial de los anfitriones funcionó bastante bien en la primera parte. La defensa local no concedió muchas opciones de ataque a los delanteros de Alemania y, en ataque, buscaba rápidos contragolpes. Harnik, una de las jóvenes promesas austriacas profundizaba asiduamente por la banda derecha buscando el centro.

Tras el golazo de falta de Ballack, todas las esperanzas de Austria se fueron por los suelos. Los germanos se hacinaron cerca de su área e impedían que sus rivales gozaran de espacios. Incluso Podolski, máximo goleador de la selección teutona en este torneo con tres goles, bajaba cerca de su portería para defender.

Ni Ivanschitz, ni Fuchs, ni Korkmaz, ni Hoffer encontraban el camino del gol. Tampoco es que la zaga rival fuera un valladar. El problema es que los anfitriones no tenían recursos y siempre optaban por el pase picado al área, lo que facilitaba el trabajo de los centrales. Pero, incluso con tan pocas armas, los alemanes sufrieron la presión.

El problema estaba en el centro del campo. Los cuatro futbolistas que ocupan la zona media del equipo no están cuajando un buen torneo. Defensivamente, Frings y Fritz no aportan mucha solidez y, además, Ballack no ejerce el liderazgo que se le espera. Teóricamente, en él recae la responsabilidad de crear las jugadas de ataque. Sin embargo, la estrella del Chelsea se ve incapaz de gestionar esta función porque está muy solo. Y esto viene porque su acompañante en el medio campo, Lukas Podolski, está más pendiente de llegar al área contraria para rematar las jugadas que en participar de los pases que deben acercar el balón hasta el marco rival.

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